top of page

REFLEXIÓN:

Visita al Museo del Patrimonio Municipal de Málaga.

Por Laura Vázquez

Miércoles, 3 de Abril del 2013 

¿Qué se piensa cuando alguien dice que ha ido al museo o que va a ir a ver una exposición? ¿Alguien pensaría que es un plan divertido o entretenido? Creo que pocas personas o casi ninguna responderían afirmativamente. Por lo tanto, creo que es normal que los niños piensen lo mismo que aquellas personas que les rodean aunque ellos no hayan visitado nunca un museo.


Es normal que lo primero que piensen sobre un museo es que es un sitio aburrido, donde la gente pasea muy despacio alrededor de unos cuadros, con los brazos detrás de la espalda y con cara pensativa. Es más, cuando yo era pequeña me preguntaba: “¿De verdad están pensando algo o solo lo hacen para aparentar que saben lo que están viendo?”


Cuando era pequeña, los cuadros o la pintura me llamaban mucho la atención, pero como todos los niños de mi edad odiaba ir a un museo. Les pedí a mis padres que me llevaran al museo Picasso porque conocía su historia y pensaba que quizás por eso me iba a gustar la visita. Pero lo único que conseguí fue 

apoyar mi teoría de que el museo era aburrido.



Tras terminar el bachiller de artes plásticas me prometí ir a las exposiciones que pudiese, porque ya tenía más conocimiento y no tenía excusa para que me resultara aburrido.  Si había estudiado artes, me resultaba triste decir que no me gustaban los museo cuando en clase entender lo cuadros me encantaba. ¿Cuál ha sido el resultado de mis visitas? Durante la visita, era interesantes porque, si estoy con los cinco sentidos puesto y recordando todo lo que dice las audioguías algo aprendo. A largo plazo, no recuerdo nada; es decir, nada me resulta tan importante o interesante como para conseguir recordarlo. En resumen, el resultado viene a ser el mismo que cuando era pequeña.



Si yo, que tengo un poder de concentración y de interés mayor que un niño, no consigo aprender nada ni consigo convencer a mis amigos de que un museo puede ser interesante, ¿cómo voy a pretender que lo sea para mis alumnos? Y aquí es donde entra esta visita.



Las audioguías, los folletos y todo aquello que te suele ofrecer un museo está muy bien, pero sinceramente, nadie se queda con los datos. Que te digan que un cuadro es del siglo XIX  y que el siguiente es del mismo siglo pero que ya empieza a tener pinceladas del siguiente periodo artístico no aporta nada. Las personas nos movemos por emociones, por sentimientos, y las fechas y nombres de etapas no son nada de eso.



El primero punto con el que me quedo ha sido la forma de contar la historia. Hay que admitir que si no conoces la historia que envuelve la obra, no la entiendes. Por lo tanto, un punto importante de la visita es introducir la historia sin que resulte pesado ni aburrido, sino todo  lo contrario. Para ello hacen falta dos cosas, que los “espectadores” tengan un conocimiento mínimo y que el maestro o guía sepa enlazar eso que saben con la toda historia para que así sea interactivo.



Por otro lado, me he dado cuenta de la importancia que tiene hacer una selección de los cuadros que se van a ver. Si la visita se hace bien, la información y lo que aporta cada cuadro es mucho para un niño. Además, es importante que los cuadros estén relacionados entre sí, en cuanto a temática o época, porque para un niño (y para un adulto) cambiar totalmente de años de un momento a otro es un proceso difícil y un poco lioso.



Para finalizar, la actividad que este museo propone al terminar las visitas escolares me resulta muy interesante. Que sean ellos los que pinten el cuadro simplemente con los colores que han visto. Creo que es una experiencia que enseña a mirar más allá de lo que estamos acostumbrados. Observar que un mar puede estar pintado sin una pincelada de azul abre la mirada y la mente a un mundo donde todo tiene que ser cuestionado. Les enseña a preguntarse a ellos mismo y a no conformarse con lo que se le dice. Y ese proceso puede empezar con una simple pregunta “Si tu coges agua del mar, ¿es azul? Entonces, ¿Por qué hay que pintarla azul?”



¿Qué pienso sobre esta visita? Si, sé que me he enrollado un poco para contestar a esta simple pregunta. Pero como todo, hay que rodearlo de un contexto para que se entienda.

La sensación que yo he experimentado hoy es la que me gustaría que mis alumnos tuviesen cuando realizaran una visita. Es más, creo que este tipo de visitas deberían de estar disponibles para todo aquel que desee visitar un museo. El arte que se expone en un museo es de todos. Y que solo algunos se beneficien al completo de ellas me resulta muy triste. Ir a un museo debe estar al alcance de todos (y no me refiero al tema económico), deben poder ir y entenderlo aquellos que hayan estudiado y aquellos que no tengan esos conocimientos. A mí, personalmente, me encantaría poder visitar los museos viviendo las historias que oculta cada cuadro tal como la viví en esta visita.

Laura María Vázquez Quirós
Maestra de Educación Primaria

bottom of page